¿Desde cuando se conoce?
La “Nebulosa Creciente” fue mi primer objeto de Espacio Profundo, y es por ello que la titulé “Mi primera Luz”. Esa fue mi primera astrofotografía. No pude evitar un par de gritos de entusiasmo al ver como un “diminuto cerebro” se dibujaba en mi iPad. Cuando el mítico William Herschel la descubrió en 1792 no tuvo la misma suerte que yo tuve sentado en mi terraza. Este músico y astrónomo alemán, descubridor de Urano, pudo ver con su telescopio una estrella doble unida por un débil rayo lechoso. Algo poco elegante. Con la mejora de las lentes, los astrónomos observaron que aquel débil trazo tenía forma de luna creciente, motivo por el cual se comenzó a hablar de una “Nebulosa Creciente” o "medialuna". Cuando el astrónomo danés Emil Dreyer compiló, a finales del S.XIX, los objetos de Espacio Profundo conocidos hasta la fecha en el “Nuevo Catálogo General” (NGC), a la “Crescen” le tocó un nombre mucho menos hermoso; NGC 6888. Vamos un nombre feo de cojones.
¿Dónde se encuentra?
La Nebulosa ocupa poco espacio en el Cielo, algo menos de la mitad de una Luna Llena y podemos encontrarla en el corazón de la Constelación del Cisne. Para afinar la ubicación hay que localizar la segunda estrella más brillante del Cisne, “Sadr” (+2.23), que procede de la palabra árabe “pecho”. Nuestra nebulosa es imposible de ver a simple vista (+7.4), aunque es sencillo localizarla con un pequeño astrógrafo y filtros de banda estrecha. Sabiendo que nuestro objeto se encuentra a 4.700 años luz de la Tierra podemos deducir que el tamaño real de la Nebulosa es 13 veces mayor que nuestro sistema solar (25 años luz).
¿Qué estamos viendo?
En el centro de la nebulosa podemos observar un diminuto punto luminoso, se trata de una de las estrellas más bestias y raras del Universo, tanto es así que a penas conocemos doscientas en toda nuestra Vía Láctea. Son las estrellas más calientes y luminosas que existen, hipermasivas y muy voluminosas. Estas estrellas azules se conocen por el nombre de “Wolf Rayet” en honor a sus descubridores, dos astrónomos del Observatorio de París de finales del S.XIX. Me temo que no debe su nombre a lobos que devoran el cosmos ni nada parecido. Ya os digo que la Astronomía no siempre es divertida. Obviamente una estrella así terminará sus días como una Supernova, pero eso aun no ha sucedido. Ahora lo que tenemos es una estrella muy caliente e inestable.
Nuestra estrella se llama “WR 136” y, como ya os dije, podemos contemplarla justo en el centro de la nebulosa. Al parecer es lo que queda del corazón de una estrella colosal llamada HD 192163, tras despojarse de sus capas externas durante su fase de Supergigante Roja. Los vientos solares generados por tan brusco nacimiento esparcieron la primera cubierta de la nebulosa hace 200.000 años, formando una especie de “menínges” muy rica en oxígeno. De ahí los tintes azules captados con los filtros de OIII.
La singular estrella azul que contemplamos es mucho más salvaje que su antecesora roja. Es cinco veces más grande que nuestro sol, diez veces más caliente, veinte veces más masiva y 60.000 veces más luminosa. Este núcleo de plasma se deshace de inmensas cantidades de masa a una velocidades extraordinarias, esparciendo materia a 1.700 Km/s. Si nuestro sol hiciera algo semejante en solo 10.000 años desaparecería. Las velocidad de propagación es tan rápida que se ha producido ya un fuerte impacto con las ondas de choque liberadas al forjarse la estrella azul. Para entender bien éste fenómeno podemos coger un palo de madera, sujetarlo por su extremo, y golpear con fuerza la pared. Sin duda el palo nos rebotaría contra nuestra cara. Pues justo eso es lo que sucede aquí, se produce un retroceso del material más joven, que es redirigir al interior. El inmenso calor generado excita los iones de hidrogeno del medio y comienzan a emitir luz, los “iones ionizados” se compartan como luciérnagas cósmicas. Así se forma el “cerebro” que vemos muchos de nosotros en esta nebulosa. Los tintes rojizos son captados con filtros H alfa, justo la longitud de onda que emiten nuestra luciérnagas.
Esta hermosa “Nebulosa de Emisión” parece flotar en un mar de nubes. Son grandes zonas de hidrogeno alfa que liberan luz al calentarse. Si comprendemos lo que vemos es fácil entender que la mejor manera de captar esta escena es usar una cámara monocromo (capta muchísima más luz que una cámara a color) y filtros de banda estrecha, concretamente de Hidrógeno Alfa y Oxígeno. Luego montaremos una paleta “HOO” y… tras varias sesiones nocturnas, ya tendremos lo que buscamos. .